jueves, 14 de junio de 2012

Topten de Cosas que nos gustan de ellos

Como hay mucho perdido en estos mundos del Señor, he decidido en un ataque de altruismo sin precedentes dar unas directrices o pistas de las cosas que nos gustan.  Más fácil no lo podemos poner.


 
10. Un mínimo de normas básicas de educación y buenas maneras

Soy traumatóloga y, por ende, poco damisela en apuros y se me nota. No lo puedo disimular. Por eso que de vez en cuando me abran la puerta del coche, me dejen pasar delante (aunque sea para mirarme el culo) o me acompañen la silla, me desarma cual cervatillo enfocado por los faros de un coche al cruzar la carretera. Buen momento para aprovechar que bajo la guardia. Mojiter@s hay que reivindicar el manual de la buena educación y el protocolo.


9. Pillarlos

Me chifla! Eso de girarte de repente y pillar al chico en cuestión mirándome, sin mirada guarra que hay miradas y miradas. No estamos hablando de los que con la mirada te están quitando la ropa y tirándote encima de la cama. Nooooo! Queremos mirada espía de "aprovecho ahora que no se da cuenta para mirarla y después me pongo rojo cuando me pillan".


8. Que te piropeen

No el típico para quedar bien de "que guapa que estás hoy", que lo dicen sin ganas y por automatismo. No no yo me refiero al típico piropo espontáneo de cuando llevas un rato hablando y de golpe y porrazo te digan: "Hoy estás muy guapa, te sienta bien esta camisa azul". Elegante, senzillo, efectivo.


7. Cuerpo cuidado

Un toque discreto de gimnasio no hace daño a nadie. Pasando mucho de los extremos hormonados y alterofílicos que sólo se alimentan de pollo y arroz y que celebran cada vez que una fibra muscular se hipertrofia. Eso no nos gusta. Además con tanta hormona seguro que el tamaño de... el "tema" está disminuido.


6. Que hagan el gesto de pagar

Y digo el gesto... porque yo que soy una mujer moderna y muy alejada del prototipo de damisela en apuros, no espero que me inviten a todo. Pero que hagan la intención de pagar ellos: me mola!


5. Los ojos

El espejo del alma y un indicador de muchas más cosas, independientemente del color. Y es que hay ojos azules que parecen salidos de la peli "El pueblo de los niños malditos" y hay ojos negros para ponerles un quiosco en la Granvia, así que aquí señores lo que importa es la mirada en si y no el tono.


4. Las manos

Unas manos cuidadas pero fuertes y es que un poco de crema hidratante de manos no te hace menos hombre pero si te puede acercar al triunfo. No me voy a extender en las distintas funciones de las manos porque podría acabar subiendo el nivel hasta los 2 rombos.


3. La conversación

Si en el fondo nos gusta que NO nos dejen hacer monólogos (que nosotras tenemos palique para rato) sinó que tengan buena conversación o que senzillamente sepan como explicar que les ha pasado hoy. Y es que mojiter@s hay mucho animal suelto con la misma capacidad expresiva que un gato chino de esos que sólo bajan y suben el brazo; y estos hombres no auyentan los malos espíritus cosa que los gatos dorados si hacen.


2. Los tejanos

Mojiter@s nos gusta tremendamente un cuerpazo en tejanos y quien no esté de acuerdo que levante la mano. Un buen culo de tejano es un buen culo en cualquier sitio. Y es que la mayoría lo tienen pa'dentro, que lastimica.


1. La corbata

Tengo que reconocer que esto es un fetiche personal... pero no me controlo cuando un hombre hace los gestos típicos de acicalarse la corbata. Lo encuentro irresistible.


A buen entendedor pocas palabras bastan. Suerte y al toro.

Malignamente
Madame Paddock

3 comentarios:

  1. Pongámonos en situación:
    Ella se giró con disimulo, pues tenía la sensación de que alguien le miraba. Él desvió ligeramente su mirada, pero resultaba evidente que la estaba mirando a ella.
    En un alarde de valentía, el volvió a mirarla y sus ojos negros de mirada gatuna la encandilaron. Ella sonrió y un tenue escalofrío recorrió su espalda al mismo tiempo que veía como él se acercaba para saludarla.
    -Hace tiempo que coincidimos en el metro cada mañana -afirmó.
    -Sí... -Se limitó a contestar ella, paralizada por la sorpresa, por los nervios y por la mirada de su interlocutor. Por dentro, no obstante, se maldijo a si misma por no ser capaz de ser más elocuente en situaciones como esa.

    Y así comenzaron a hablar. Y cada mañana ella se derretía al verlo entrar en el vagón del metro, vestido elegante pero informal, con unos vaqueros ceñidos que demostraban que el chico gastaba algo de tiempo en el gimnasio.
    Pero lo que a ella más le gustaba era su habilidad para combinar las corbatas con la infinidad de camisas que él parecía tener; además de ese aspecto de gentleman inglés con picardía española que la volvía tremendamente loca. Era tan educado...
    Aquel día, llevaba una corbata roja, ella siempre lo recordará. Aquel día ella se enamoró. Aquel día él le dijo:
    -Hoy estás muy guapa, te sienta muy bien esa camisa azul -. Y le acarició la mejilla con sus manos fuertes y suaves.

    Siempre vuestro,

    Barón Von Bruise

    ResponderEliminar
  2. Barón me pido una escena así en persona...
    MP

    ResponderEliminar
  3. Hola a todos:
    Si me disculpan, yo lo veo de otra manera:

    Hacía ya mucho tiempo que había dejado de verla.
    Él pensó que probablemente había acabado la residencia y se habría marchado a cualquier otro hospital.
    Cada mañana le parecía encontrarla en la cafetería, pero poco a poco se acabó convenciendo de que la había perdido para siempre.

    Ya casi había desdibujado su rostro de su mente, cuando entre las llamas y el humo del incendio del circuito, le pareció verla, asomándose en la pantalla del televisor de casa.
    Y entonces recordó conversaciones robadas en la cantina del hospital. Historias de carreras de coches y de amores imposibles con pilotos.
    Encontrarla se volvió una obsesión.
    Hizo un esfuerzo por vencer su timidez y una mañana se atrevió a preguntar por ella a dos compañeras:
    - ¿Qué sabeis de Ana? El otro día la vi en la televisión...
    - Sí - le contestaron - hace alguna guardia en el circuito de vez en cuando. ¡Qué movida la del incendio...! Por cierto, ¡qué risa! ¿Has visto su blog?
    - ¿Un blog? - preguntó él.

    Y así, de esta manera, en una conversación informal, supo cada vez más de ella. Qué mentiras le contaban ellos, qué cosas les ocultaba, pero sobre todo descubrió qué era lo que más le gustaba de los hombres.

    Dos semanas más tarde, vinieron de nuevo las carreras y fue a buscarla al circuito.
    Dio vueltas por todas partes, hasta que la vio aparecer.
    Allí estaba ella, en un stand de Red Bull, con esa sonrisa que tanto tiempo le había acompañado en los pasillos de su hospital.
    Se fue acercando poco a poco, viendo como aquella figura femenina se iba agrandando ante sus ojos negros.
    Él iba enfundado en unos tejanos de su hermano pequeño, para que pudiese marcarse mejor el culo, que a propósito echaba hacia atrás, caminando ligeramente inclinado hacia delante. Vestía una camisa holgada, para no parecer un musculitos de gimnasio.
    Desde que descubrió su blog, había dejado de ir a hacer pesas, pero a pesar del seguimiento diario que había hecho, su miembro viril no había experimentado ninguna variación de su tamaño, en reposo.

    Él se fue acercando y pudo distinguirla. Ella tenía en sus manos una camisa azul de Red Bull. Él estaba ya junto a ella y pudo escuchar cómo preguntaba cuánto era el precio.
    Él alargó su mano, embadurnada en crema hidratante que sobresalía por entre los dedos. Agarró su muñeca y le miró el culo.
    Ella se sintió aturdida por el pegote viscoso de crema en su brazo y por el descaro con que él se inclinaba hacia detrás para mirarle el trasero. Ella giró rápidamente la cabeza y le miró a los ojos con firmeza.
    Él pensó: Esta es una señal, ahora debo sonrojarme...
    y casi sin pensar, le dijo:
    - Con esa camisa azul estarás muy guapa, muñeca. Déjame que te la compre yo...
    Y dicho esto, él supo sin duda alguna, que ella se había enamorado.

    ResponderEliminar