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Haciendo caso a una ruta bohemio-histórica propuesta por la Loly (aka
Lonely Planet) me he metido en Chinatown, donde me he vuelto loca con tanto
bazar y he contado hasta con personal shopper que era como la superabuela pero
en versión Pekín.
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Luego he llegado hasta la City Lights, librería buque insignia del
movimiento beat donde los bibliófilos encontrarán auténticas joyitas.
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He desembocado en North Beach, el barrio italiano, que está pegado a
Chinatown. Te das cuenta de que has cambiado de barrio porque en una calle hay
farolillos y justo en la acera de enfrente las farolas tienen banderitas
italianas pintadas y venden cannolis sicilianos, así, sin transición. En el
corazón del barrio está la catedral donde se casaron Marilyn y DiMaggio. Como
véis, todo muy intelectual, muy de intensa.
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El siguiente objetivo era Lombard Street, calle hiperfamosa por su
inclinación de 90º y su forma en zigzag y he notado como decía Camilo Sesto que
algo de mí se estaba muriendo ya que para subir a lo alto hay que ser casi
Spiderman. Aunque he estado a punto de necesitar a Anne Germain para seguir
contando estas crónicas, lo cierto es que ha valido la pena ya que la vista era
maravillosa desde allí.
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Tras la resurrección he ido al Caffè Trieste, lugar donde Ford Coppola
redactó el borrador de El Padrino a ver si se me pega algo
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He descubierto un japo cerca del hotel recomendado por la San Francisco
Guide debido a su sushi y como una mujer de mundo no puede permanecer impasible
ante esto, me he duchado, puesto taconazo y ahí que me he plantado a comer
sashimi, Philadelphia roll, spicy-tuna roll y crème brulée con jengibre. Además
he comprobado que la comunidad japonesa de SF no discrimina a los singles ya
que me han dado una mesa maravillosa para mí solita. Y sin miradas asesinas de
por medio.
Lenny Kravitz - California
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